Amber había dejado de creer en el amor después de años de desamor y se había centrado en su carrera y su familia. Pero en una barbacoa familiar conoció a Steve, un viejo amigo de su padre, y sintió una chispa inesperada. Steve era encantador y tenía una calidez tranquila que la atrajo al instante. Cuando su auto no arrancó, lo arregló con facilidad y le sugirió una cena como agradecimiento. Para su sorpresa, Amber aceptó y esa cena se convirtió en muchas.
En solo unos meses, eran inseparables y seis meses después, Amber se encontró de pie con un vestido de novia, lista para casarse con Steve. El día se sintió perfecto, lleno de familiares y amigos. Esa noche, después de la celebración, encontró a Steve hablando suavemente con alguien invisible y diciendo: “Quería que vieras esto, Stace”. Amber se dio cuenta de que estaba hablando con su difunta hija, Stacy, que había muerto en un trágico accidente.
Steve admitió que a menudo hablaba con Stacy en días especiales. En lugar de sentirse herido, Amber solo sintió tristeza y comprendió su dolor. Lo tranquilizó y le prometió que enfrentarían su dolor juntos, incluso considerando la posibilidad de ir a terapia para apoyarlo. Amber se dio cuenta de que el amor verdadero implicaba aceptar las cicatrices del otro. Su historia no era perfecta, pero era genuina y, para ellos, eso era suficiente.