Descubrí que mi marido estaba mintiendo

Nancy creía en el amor, la lealtad y la igualdad en el matrimonio. Durante dos años, le entregó la mitad del alquiler, confiando en su marido. Cuando se enteró de que él y su madre la habían estafado miles de dólares todo el tiempo, decidió ajustar cuentas con una lección que nunca olvidarían.

Ella pensó que tenía una base sólida con Jeremy. Se casaron jóvenes, construyeron una vida juntos y se dividieron todo por la mitad. Jeremy encontró su apartamento y acordaron pagar 2.000 dólares al mes de alquiler, la mitad cada uno. Pero una noche de diciembre, después de una conversación al azar con un vecino, Nancy se enteró de la verdad. Jeremy y su madre eran los dueños del apartamento todo el tiempo. Ella había estado entregando el dinero que había ganado con tanto esfuerzo durante dos años, sin saberlo, pagando el alquiler a su marido y a su madre, quienes la habían estafado 24.000 dólares. Decidida a obtener justicia, Nancy comenzó a planear su venganza. Fingió que todo estaba bien, siguió el juego en las cenas familiares y siguió pagando el alquiler. Pero entre bastidores, puso en marcha su plan. Empacó sus pertenencias, vació la cuenta bancaria conjunta y firmó un contrato de alquiler para su propio apartamento, utilizando el dinero de Jeremy. El día que Jeremy se fue a trabajar, ella se llevó todo. Cuando él regresó, el apartamento estaba vacío, salvo por una carta que le decía que el apartamento ahora era suyo y que Nancy había utilizado su dinero para pagar el alquiler del primer mes en su nuevo lugar. Bloqueó su número y solicitó el divorcio. Meses después, Nancy se encontró con la madre de Jeremy en la tienda. Lorrie le suplicó perdón, pero Nancy no lo aceptó. Le dejó en claro que Jeremy tenía que devolver cada centavo o presentaría cargos por fraude. Jeremy, devastado, aceptó todos los términos de su divorcio, incluido el pago total. Nancy bebió champán en su nuevo apartamento, sosteniendo sus papeles de divorcio firmados. La ironía no se le escapó: había dado la vuelta a la situación y se había asegurado de que recibieran lo que se merecían. Señoras, si algo no les parece bien, confíen en su instinto. Y si un hombre alguna vez intenta jugar con ustedes, asegúrense de jugarle más duro. Porque al final, los estafadores obtienen lo que se merecen.