Cuando Richard murió, Agatha heredó solo un viejo pendiente, mientras que su esposo dejó todos sus bienes a una mujer desconocida: Sue Raymond, su hija biológica. Resultó que Richard había tenido una relación con Sophie Raymond años antes de conocer a Agatha y nunca le dijo que tenía una hija. Sue, que había descubierto su relación con Richard por una prueba de ADN, recibió toda su herencia. Agatha, sorprendida por la revelación, negoció con Sue para que se quedara con la herencia, ya que ella ya tenía un apartamento en Tampa que no estaba incluido en el testamento. Al empacar sus cosas, Agatha descubrió que el pendiente no era un simple adorno, sino un medallón con una carta de Richard, revelando que había guardado ahorros y lingotes de oro para ella en una caja fuerte secreta. Aliviada por este hallazgo, Agatha recuperó el dinero y comenzó una nueva vida en Florida, sintiendo que Richard había hecho lo correcto al asegurar su futuro, a pesar de no contarle sobre Sue. Con el tiempo, Sue se hizo amiga de Agatha y compartió fotos de sus hijas.