Vendí la casa de mi abuelo fallecido

Vendí la casa destartalada de mi abuelo, creyendo que era una carga, solo para descubrir un secreto que lo cambiaría todo. Después de su muerte, no pude administrar la propiedad, así que se la vendí a Ben, un comprador ansioso. Una semana después, recibí una vieja carta de mi abuelo, en la que me ordenaba que revisara el sótano. Me temblaban las manos cuando llamé a Ben para solicitarle acceso y descubrir lo que mi abuelo había dejado.