Eileen lleva varios años casada con James, su esposo, con quien había planeado tener hijos. Sin embargo, cuando empieza a notar comportamientos extraños, como llamadas a altas horas de la noche y un perfume extraño en su ropa, se siente desconcertada. Desesperada por la verdad, contrata a un investigador privado, pero el giro inesperado llega cuando el investigador le dice que abandone la investigación debido a la peligrosidad de la situación.
Eileen decide actuar por su cuenta y descubre que su casa está equipada con cámaras ocultas. Enfrentada a la inquietud de ser vigilada, le pregunta directamente a James. Él, sorprendido, le revela la verdad: trabaja para el Servicio Secreto, protegiendo a altos cargos del gobierno y diplomáticos. Aunque su trabajo de espionaje la sorprende, Eileen lo acepta, entendiendo las razones detrás de sus acciones. James le explica que su intención es pasar a un puesto administrativo, asegurando un futuro más estable para ambos y comenzando a planificar una familia.