¿En qué medida esta gran innovación beneficia nuestra vida diaria?

El calzador, una herramienta sencilla pero útil, tiene una rica historia que se remonta al siglo XV. Originalmente estaba hecho de cuerno de animal, hueso o madera, y su propósito era ayudar a las personas a deslizar los pies dentro de los zapatos sin dañar el talón. Con el tiempo, los materiales evolucionaron: durante la revolución industrial se introdujeron metales como el latón y el acero, seguidos por el plástico y los materiales sintéticos en los siglos XIX y XX. Aunque prácticos, los calzadores también se convirtieron en elementos decorativos para las clases altas, a menudo hechos de plata con diseños intrincados. Hoy en día, se utilizan principalmente para deslizar los pies dentro de los zapatos sin doblar ni aplastar el contrafuerte del talón, lo que preserva la forma y la vida útil del zapato, especialmente en el caso de zapatos rígidos o estrechos.