Marcus se siente devastado al ver a su hija recién nacida, con piel pálida y ojos azules, lo que le hace sospechar que su esposa Elena le ha traicionado. En medio de su ira, Elena le revela que es portadora de un raro gen recesivo que puede causar esas características, y que él también lo lleva. La marca de nacimiento en el tobillo de la bebé, similar a la de Marcus, refuerza la explicación. Aunque al principio su familia duda y rechaza la paternidad de Marcus, él decide hacer una prueba de ADN, que confirma que es el padre biológico. Después de que su familia se disculpa por sus prejuicios, Marcus y Elena, fortalecidos por el amor, logran superar la crisis y unirse más que nunca, aceptando a su hija tal como es.