Soy Miley, tengo 34 años y siempre he sido felizmente soltera y enfocada en mi carrera. Sin embargo, tras un ultimátum de mis padres para casarme antes de los 35, me vi obligada a tomar una decisión. Un día, conocí a Stan, un hombre sin hogar, y le ofrecí un matrimonio de conveniencia a cambio de un techo, comida y algo de dinero. Sorprendentemente, aceptó y en un mes nos casamos. Poco después, me di cuenta de que Stan no era quien decía ser. En realidad, había perdido todo por culpa de su familia, que lo despojó de su empresa, pero con mi ayuda, logró recuperar su fortuna. Me confesó que se había enamorado de mí por mi amabilidad. Aunque mi matrimonio comenzó como una solución a un problema familiar, decidí darle seis meses para ver cómo evolucionaba nuestra relación y tomar una decisión real sobre nuestro futuro.