Mi vecina colgaba sus bragas delante de la ventana de mi hijo, así que le di una buena lección

Mi nueva vecina Lisa convirtió el día de la colada en un espectáculo cuando su arco iris de ropa interior (de encaje, rosa fuerte y fibrosa) empezó a ondear fuera de la ventana de mi hijo Jake, de 8 años. Jake, siempre curioso, le preguntó si sus tangas eran tirachinas o ropa de superhéroe, e incluso sugirió que sus calzoncillos del Capitán América se unieran a su exhibición de “lucha contra el crimen”. Traté de reírme, pero cuando sus preguntas persistieron, supe que su “desfile de bragas” tenía que terminar. Me acerqué a Lisa diplomáticamente, pero me despidió con una risa, sugiriendo que “me relajara”. Decidida, confeccioné un par enorme de bragas de abuelita con estampado de flamencos y las colgué fuera de su ventana como una broma mezquina. Ella estaba furiosa, luchando por bajárselas, y finalmente cedió, moviendo su ropa sucia fuera de la vista. La paz regresó a los suburbios y reutilicé la tela para hacer cortinas, un recordatorio diario de mi victoria en la gran guerra de la colada.