Violet ha estado cuidando de su madre enferma mientras lidia con la creciente distancia y tensiones con su hermana, Jane. A pesar de las constantes acusaciones de Violet hacia Jane por la desaparición de objetos valiosos de su madre, nunca logra obtener pruebas. La situación empeora cuando, tras un enfrentamiento con Jane, Violet decide instalar cámaras de seguridad en la casa de su madre. Para su sorpresa, las cámaras revelan que el verdadero culpable no es Jane, sino Kaden, su propio marido. Él había estado robando las joyas de su suegra para cubrir las crecientes deudas de juego que había acumulado. Al descubrir la verdad, Violet confronta a Kaden, quien le confiesa que había estado pidiendo dinero prestado a Jane y que incluso ella había intentado ayudarle, pero él se negó. Devastada, Violet le pide a Kaden que se vaya, dejando entrever que su relación está profundamente quebrada. Sin embargo, cuando se dirige a casa de Jane para disculparse, descubre que su hermana la había estado ayudando en secreto. Jane había intervenido, incluso ayudando a Kaden, pero lo hizo por el bienestar de Violet, no por él. Violet, llorando, se disculpa con ella, reconociendo lo mucho que su hermana había hecho por ella. Jane, sin dudarlo, la abraza y le asegura que siempre estará a su lado. La historia termina con una reconciliación entre las hermanas, aunque Violet todavía tiene que tomar decisiones importantes sobre su futuro con Kaden.