Carlos se vio obligado a huir de su boda, pero Jessica nunca entendió por qué la dejó plantada en el altar. Años más tarde, recibió una carta de él. Por mucho tiempo que había pasado, Jessica nunca lo olvidó.
“Dejarás esta iglesia inmediatamente y no volverás jamás. ¿Me entiendes, muchacho?”, dijo Hugo Pérez, el padre de Jessica. Estaban de pie en el vestuario de los hombres, detrás de la iglesia, y Jessica se estaba preparando justo al otro lado del pasillo, en la otra habitación. “No soy un niño, señor. Soy un hombre y quiero a su hija. No la abandonaré. Es el día de nuestra boda”, insistió Carlos, suplicando a su futuro suegro que lo entendiera. “Nunca me ha gustado su relación y no voy a permitir que esto continúe. Mi hija no se casará con un perdedor”, manifestó. “Tengo amigos en las altas esferas, así como contactos en algunas otras. Puedo hacer de tu vida una pesadilla. Si no desapareces por voluntad propia, haré que te vayas por cualquier medio”. “¿Es eso una amenaza?”, preguntó Carlos, tratando de no demostrar lo asustado que estaba. Sabía que la familia de Jessica estaba conectada con algunas personas importantes y también con algunas personas peligrosas, así que Carlos sabía que las palabras del hombre mayor no eran en vano. Lee también: Chica no invita a su abuela pobre a su boda exclusiva, y abre su regalo herrumbrado después de su fallecimiento – Historia del día “Yo no hago amenazas, muchacho, hago promesas. Te irás de este lugar ahora mismo sin que nadie se dé cuenta”. Hugo clavó el dedo índice en el pecho de Carlos de forma dolorosa, le dirigió una mirada desdeñosa y salió. Carlos no sabía qué hacer. Quería de verdad a Jessica, pero su padre les haría daño a los dos solo para salirse con la suya. Se paseó por la habitación durante unos minutos más y luego decidió marcharse antes de que sus padrinos de boda vinieran a buscarlo. Fue rápido, salió por la parte trasera de la iglesia y llamó a un taxi. “¿A dónde, señor?”, preguntó el taxista. “Al aeropuerto, por favor”, respondió Carlos. Iba a tomar un vuelo a otra parte de los Estados Unidos para alejarse de esa gente. Espero que Jessica pueda perdonarme, pensó Carlos mientras miraba por la ventana. CINCUENTA AÑOS DESPUÉS A sus 75 años, a Jessica le gustaba sentarse en el porche de su casa para ver a los niños correr por la calle de la urbanización. Siempre llevaba una taza de té y un libro para leer. Era una época tranquila, pero Jessica siempre pensaba en las cosas que experimentó en todos estos años de vida. Recordaba muy bien su primera boda, ya que le hizo mucha ilusión. Carlos era el amor de su vida, o eso creía ella. Pero cuando llegó al final del pasillo del brazo de su padre, vio las caras de preocupación de todos. Carlos había desaparecido y nadie sabía por qué. Esperaron durante horas a que volviera.