Dos años después de salvar la vida de una mujer en un avión, Evie estaba en su peor momento. Lamentando la pérdida de su madre, ahogándose en deudas y viviendo en un apartamento en un sótano ruinoso,
había perdido toda esperanza. Los recuerdos de la enfermedad de su madre y sus luchas la perseguían, y la Navidad solo profundizó su soledad. Evie había sido azafata cuando salvó a la Sra. Peterson, una pasajera adinerada, de atragantarse en pleno vuelo. Pero después de eso, sus caminos nunca más se cruzaron. Sin embargo, esa Nochebuena, un golpe en su puerta lo cambió todo. Un hombre bien vestido le entregó un regalo: un cuadro de ella, creado por su madre justo antes de morir. Era de la Sra. Peterson, que había rastreado a Evie después de ver el cuadro en línea. La Sra. Peterson, que había perdido a su propia hija, Rebecca, por cáncer, se había conmovido con la historia de la madre de Evie. Quería ayudar de alguna manera. Al invitar a Evie a su mansión, la señora Peterson compartió su propio dolor y le ofreció un trabajo como su asistente personal. Por primera vez en meses, Evie sintió una chispa de posibilidad. Aceptó la oferta, dándose cuenta de que, aunque nunca podría reemplazar a su madre, esta nueva oportunidad le daba la posibilidad de reconstruirse y encontrar una nueva familia. Esta Navidad, Evie encontró esperanza y el comienzo de un nuevo capítulo.