Anne Sargent se sentó en el suelo de la cocina, agarrándose la barriga mientras las lágrimas le corrían por el rostro. Su marido, Derek, la había abandonado, llamándola una carga. Con un bebé en camino y tres niños que alimentar, Anne luchaba por llegar a fin de mes. Aceptó un trabajo a tiempo parcial y vendió sus preciadas posesiones para pagar las facturas, incluido un cochecito antiguo que había conservado durante años.
Dos días después de venderlo, Anne encontró el cochecito de nuevo en su porche con una nota. La persona que llamaba, Grace, era la nueva novia de Derek, que también estaba embarazada. Derek la rechazó y no tenía adónde ir.
Anne, sintiendo compasión, invitó a Grace a mudarse con ella, formando una sociedad inesperada. Grace ayudó con el cuidado de los niños, lo que permitió a Anne trabajar a tiempo completo. Juntos, criaron a sus hijos en un hogar lleno de amor. Cuando Derek intentó regresar, Anne le cerró la puerta para siempre, más fuerte y más feliz con su nueva familia.